Mel Gibson ha hecho bastante porque asociemos su nombre con lo épico, más como director que como superestrella donde ha sabido variar. Mayormente cuando se ha puesto tras las cámaras, ha ido a por historias grandes enfocadas con cierto maximalismo. Que vuelva a ‘La pasión de Cristo’ no sorprende en absoluto, lo que sí lo hace es que entre medias haya hecho algo como ‘Amenaza en el aire’.
Un vuelo sin cacahuetes
Gibson regresó a la dirección casi una década después con un thriller de acción con ambiciones de altos vuelos pero escala muy reducida. Mark Wahlberg, Michelle Dockery y Topher Grace protagonizan este retorno a un cine de acción modesto que es casi una rara avis para su director, pero que ya se puede ver en streaming a través de Amazon Prime Video.
Una teniente general acepta un encargo menor mientras se resuelven los problemas derivados de su último caso. Tiene que encargarse de que un contable fugitivo llegue a un juicio donde testificará contra la mafia, pero todo se complicará de manera terrible cuando empieza a sospechar que el piloto que les tiene que llevar sanos y salvos a su destino no es quien dice que es.
Estamos ante una película que podría haber sido un cine para padres apañado, donde una premisa de acción sigue teniendo una escala humana medianamente plausible que se ejecute con más o menos sofisticación. No es algo excesivamente ajeno a Gibson, aunque como ya hemos dicho las películas por las que le conocemos como director suelen tener hechuras más grandes en su historia o en cómo las ejecuta.
Pero en ejecución ‘Amenaza en el aire’ se sitúa en las antípodas de lo que esperamos de él. El desaprovechamiento del escenario limitado en la avioneta, que además está flanqueado por los exteriores más falsos que el CGI barato puede proporcionar. Hay un descuido en esa artesanía e incluso en el tono que está más próximo de las películas de bajo presupuesto que Gibson ha ido realizando en estos últimos años mientras estaba cancelado.
No da ni siquiera para un entretenimiento guarrindongo en el que retozar a gusto, ya que la propia diversión termina cortada por un acabado digital y un tono bastante neutral por dejadez. Es una película bastante impropia de un autor que, guste más o menos, era capaz de llevar sus historias a los limites deseados. Todo eso está ausente en un thriller tan de andar por casa que te olvidas de él mientras lo estás viendo.
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