Cuando se termina el rodaje de una película es cuando esta se empieza a formar de verdad. El montaje es un arte delicado donde las ambiciones pueden sostenerse o morir, y después de ensamblar todo el material empieza un proceso de ir refinando cada escena, cada corte y hasta recolocar cada elemento en una estructura concreta.
Es por ello que la edición se considera la última reescritura del guion, porque altera completamente lo que se había escrito en la página y se toman decisiones que hacen complicado valorar el mismo más allá de arcos de personaje o ideas de base. Es la clave para que una película como ‘Strange Darling’ sea asombrosa o eche para atrás.
La amabilidad de los desconocidos
J.T. Mollner crea un thriller psicológico de aroma grindhouse pero con ambiciones tarantinianas en esta película que acaba de estrenarse en streaming a través de Amazon Prime Video. Con una maravillosa Willa Fitgerald en el complicado papel principal, y una fotografía perfecta del actor Giovanni Ribisi, se crea una de las cintas de culto con más personalidad del último año.
En una noche cualquiera en la zona rural de Oregon, una dama y un siniestro hombre tienen un encuentro en un motel local. Su predisposición a un rollo de una noche está también marcado con una serie de “reglas” que se deben cumplir. Pero las sorpresas inesperadas acabarán conduciendo a una jornada de pesadilla y una terrible persecución.
Mollner tiene meridianamente claro que la mejor manera de introducir y cautivar al espectador con esta historia es a través de lo no lineal, cortando a capítulos la misma y reordenándolo con artes que buscan emular los clásicos de Quentin Tarantino. No es que le fallen los instintos, ya que esta sucesión de sorpresas y subversión de expectativas ayudan a entrar en una película con mucho ánimo de provocación moral.
‘Strange Darling’: cuestión de ritmo

Estos amagos de refinamiento no la hacen necesariamente sofisticada, y de hecho decide meterse en una serie de jardines de una manera un poco resbaladiza además de temeraria de más. Son cosas que habría sido más fácil perdonarle sin esa sensación de que se gusta de más en sus propios hallazgos, algo que se evidencia en un montaje que se regodea en situaciones que no están tan cargada de ingenio (y eso que el metraje ya está bastante ajustado a una duración menor de 90 minutos).
Como poco, ‘Strange Darling’ evidencia la importancia del timing que marca la edición de cara a poder introducirse en situaciones y personajes, casi más que un tono llamativo o elementos provocadores. La interesante entrega de sus actores y su fotografía exquisita terminan haciendo el trabajo para hacer de este un largometraje digno de mención incluso en su imperfección.
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